Soy licenciado en periodismo,
publicidad y en relaciones públicas, con un título de Community Managment y
trabajo en una cafetería del Reino Unido.
Soy Premio Extraordinario de fin
de carrera en las dos titulaciones y limpio mierda en un país que no es el mío.
Soy Benjamín Serra, el español
que pasó una vida dedicada al esfuerzo académico para convertirse en lo que
quería y el inmigrante al que miran por encima del hombro.
Soy el que sonríe a los clientes
escondiendo el orgullo, conviviendo con dos realidades bien distantes en una
encrucijada entre mi identidad y mi identificación.
Mi identidad aquí se compone de lo que hago (barista, así es como lo llaman), cómo me ven los demás (sois una plaga me dijeron una vez) y a
quién tengo al lado (esos impresentables a los que me entran ganas de sacar mis
títulos y ponérselos en la cara).
Pero yo me identifico con el profesional en el que deposité mis ilusiones, al
que perseguí mientras estudiaba, para el que me preparé a conciencia. Y no se
trataba de una expectativa idealizada.
Mis deseos no se quedaron en un
suspiro que se diluye entre pensamientos e imaginación. No renuncié a
conseguirlo y me demostré que podía hacerlo. Cada uno de los pasos que di
fueron para estar más cerca de aquello en lo que proyecté mi futuro.
Calibré las instancias en las que
se resume el equilibrio al que todo se somete, entre el querer, el deber y el poder: lo que quiero, esto es, mis deseos; lo que debo, mi responsabilidad, energías y empeño; pero faltaba la parte
que no dependía de mi, el tercero de los pilares que cierra el círculo: lo que puedo, la realidad, la oportunidad que
no me han dado.
Mis deseos siguen siendo pero no
tienen traducción para esa realidad que la confronta
y que me genera una profunda
disociación.
Para estar en la realidad, debo alejarme y hasta ignorar mis deseos. Pongo cafés, sirvo las mesas y friego las tazas. Entonces
la triada quiero-debo-puedo se
integra con la estrategia de la negación; por la que miro hacia otro lado para
reestablecer cierta sintonía, para rescatar algo de coherencia en mi mundo
interno.
Pero hoy después de 5 meses,
cuando me he visto desde fuera limpiando aseos, mi pensamiento ha sido “soy
premio extraordinario de fin de carrera de mis dos titulaciones”, y he sentido
de nuevo la falta de esa correspondencia entre mi identidad y mi
identificación, entre los registros del querer, el deber y el poder.
¿Hacia dónde miro ahora?