lunes, 9 de agosto de 2021

SENCILLAMENTE GRACIAS

 


Como cada día desde la última vez que nos vimos, pasé la mañana trabajando en la silla tapizada de historias y reforzada con soportes que mantienen la carga.  Estoy tan acostumbrada a ocupar ese lugar, que casi se me olvida que yo también fui paciente, hasta que recibí tu llamada.

5 minutos de una conversación de teléfono inesperada bastaron para reconectarme con el pasado cuando me diste la terrible noticia. Te habían detectado un cáncer con el que has luchado y cuando parece que la fuerza de la naturaleza lo venció, arrasa de nuevo esta vez para quedarse.

En esos 5 minutos se mezclaron la alegría del reencuentro que ninguno trató de disimular con lágrimas de dolor, pero creo que si para reír no nos pedimos permiso, tampoco hace falta pedir perdón cuando lloramos. Eso también lo podemos hacer juntos.  

Nos hemos formado, entre tantas cuestiones, para hablar del desafío de morir, acompañar a nuestros pacientes cuando les comunican que su vida, como a todos, se les acaba; y sabemos bien cómo ese conocimiento cambia el orden de prioridades. Cerrar los asuntos pendientes antes de irnos es una buena fórmula para transitar el túnel, y me alegra que me llamaras para que tengamos la oportunidad de vernos, esta vez sin un diván por medio.

Ha llovido mucho pero recuerdo bien el día que te conocí. Por mi cabeza rondaban dudas de cómo me iba a sentir delante de un desconocido hablando de mi vida, pero cuando llegó el momento de encontrarnos, se disiparon las inseguridades y supe que a tu lado tendría un lugar en el que sentarme y descansar. Tu voz grave amortiguada con una inmensa ternura, una mirada sin rodeos, transparente, de las que sugieren el reflejo de una buena persona y unas arrugas que indicaban la experiencia del que no se ruboriza fácilmente. 

Hicimos grandes viajes: al parque de atracciones con la niña que corre para explorarlo todo sin percatarse de peligro alguno. Cuando fuimos al instituto con la adolescente rebelde que buscaba definirse. Cuando abrimos el botiquín para echar mercromina en las heridas de una historia familiar con sus entresijos. Cuando nos calzamos las zapatillas de deporte dispuestos a fortalecer el músculo de la espalda que sostiene la mochila del trayecto. Cuando tiramos al río las piedras que sobran para caminar más ligeros.  Y una vez lo hicimos, ahora sí, cuando nos montamos en el avión que despega para volar sin vértigo.

Aprendí a ser psicoanalista a tu lado, pero sobre todo, aprendí a ser mejor persona.

Me enseñaste a disfrutar, a perseguir mis deseos, a reconocer y festejar sin descanso lo bonito que ofrece la vida. Ayer, sin ir más lejos, llené mi copa de vino acompañada por alguien que también te conoce y brindamos por la suerte de habernos cruzado en tu camino. Las palabras de admiración y cariño vieron caer la noche durante horas.

Mentor, maestro, compañero, estoy convencida que así eres para muchas personas. Hay un legado que se extiende más allá de nuestra mera presencia que perpetúan los demás como ecos de una referencia: cuando te nombran, cuando enfrentan un miedo que ayudaste a superar, cuando toman una decisión que cambia sus vidas, cuando crecen a tu lado…cuando ayudan a crecer a otros.  

Antes de esos 5 minutos de conversación, tenía la maleta en el armario que guarda los recuerdos con cariño cuidando de que el polvo no varíe su contenido, pero desde que me lo propusiste, ya la tengo preparada en la puerta para reunirnos en la estación con billete preferente.  

En este largo viaje que llamamos vida, las historias no tienen final si alguien continúa escribiendo después del punto.

 

A mi querido J.A.J.G.

jueves, 4 de junio de 2020

EL EXPERIMENTO DE LA VELA: ¿FUNCIONAN LA MOTIVACIÓN POR INCENTIVOS?



En 1945 Duncker se inventó el llamado experimento de la vela. Pusieron a un grupo de participantes a resolver la siguiente tarea: les dieron 3 elementos: una vela, una caja de cerillas y unas chinchetas. Lo que debían conseguir era fijar la vela a la pared de manera que la cera al derretirse no tocase la mesa. Tras varios minutos de intentos fallidos, la mayoría conseguía averiguar la forma correcta de hacerlo: vaciar la caja de cerillas, sujetarla a la pared y poner la vela dentro de ella.

Este experimento fue utilizado años después para investigar cómo funciona la motivación por recompensas. Replicaron el experimento de la vela pero en esta ocasión dividieron al grupo. A una parte de ellos le dijeron que los que solucionasen el problema de manera más rápida recibirían un incentivo económico, mientras que a la otra parte del grupo no se le dio esta información. ¿Qué dirían que sucedió?

En contra de lo que aparentemente pudiese parecer, el grupo del incentivo tuvo peores resultados. Tras la sorpresa se plantearon modificar la tarea para hacerla algo más sencilla dándoles los mismos materiales  pero esta vez con una evidencia mayor: les entregaron la caja de cerillas vacía sugiriendo así parte de la respuesta.

En esta ocasión el incentivo económico si fue determinante y funcionó como un motivador para encontrar la solución.

Frente a tal hallazgo y tras haber repetido el estudio numerosas veces a lo largo de los años concluyen que los motivadores económicos funcionan pero solo en las tareas sencillas.

Cuando las habilidades requeridas para un trabajo dependen no solo de cuestiones mecánicas o manuales,  sino de habilidades complejas como la creatividad, los incentivos económicos no son los más efectivos.

Extendiendo los resultados al contexto empresarial, si para fomentar el avance de los trabajadores,  los llamados motivadores extrínsecos como el salario (más allá de que sean percibidos como justos) no funcionan bien con este tipo de tareas, ¿qué puede funcionar como motivador?

La investigación al respecto revela que la clave está en la motivación intrínseca, esto es, la que data de nosotros mismos . Y en este caso, tal y como Daniel Pink propone, para construirla es necesario fomentar tres pilares básicos: la sensación de autonomía (que tenemos capacidad para autogestionar nuestra labor), maestría (tratar de ser mejor cada día) y propósito (lograr algo que nos importa).

Psicólogos en Cáceres. Terapia online y presencial. Dra. Aurora Gardeta.


martes, 26 de mayo de 2020

TEORÍA DE LA ECONOMÍA DE CARICIAS



Claude Steiner desarrolló una teoría muy interesante que nos dice que el ser humano para desarrollarse necesita la caricia externa. Y la caricia no entendida exclusivamente como el contacto de piel con piel. La caricia entendida desde su sentido más amplio como todas aquellas interacciones que recibimos de los demás y que nos hacen “aparecer”: una mirada, un comentario, una palabra de reconocimiento, una sonrisa. Todo aquello que denota que existimos para el otro, que contamos.

Dalí decía: “que hablen bien o mal de mí, pero que hablen de mí”, y con eso se refería a esa necesidad de ser vistos. Y claro que preferimos recibir la caricia positiva, aquella que nos revaloriza ayudando así a construir lo que llamamos nuestro narcisismo, esto es, nuestra imagen de nosotros, nuestra autoestima. Pero aquí llega la parte menos evidente: cuando no sabemos obtener suficientes caricias positivas, necesitamos obtener ese feedback aunque sea a través de las caricias negativas.

Detrás de la extrema rebeldía bien podemos intuir una desesperada llamada de atención. Niños, adolescentes o adultos que aprenden que a través de la destrucción encuentran algo, aunque ese algo sea el reproche, el castigo o el desprecio.

Así muchas de las disfunciones que observamos en las relaciones interpersonales no se generan de manera consciente. Aquellos que no encuentran su sitio en los grupos (amigos, familia, trabajo) y se victimizan a cada oportunidad para sobresalir, o los que buscan excusas para batallar sin descanso generando duelos de confrontación con tal de sentirse escuchados. Al final necesitan su porción de protagonismo aunque sea a golpe de pecho en un intento de recibir la tan anhelada caricia.

Dicho de otro modo, preferimos el dolor a la nada, porque no hay nada que duela más que la ausencia.

Psicólogos en Cáceres. Terapia online y presencial 

jueves, 14 de mayo de 2020

¿DIRÍAS QUE ERES UNA PERSONA EMPÁTICA?



Si te pregunto si te consideras una persona empática, capaz de sentir la alegría o la tristeza de los demás, esto es, ponerte en sus zapatos ¿qué responderías?

A menos que pertenezcas al 1% de la población psicopática carente de esta sensibilidad, probablemente respondas de manera afirmativa sin pensarlo mucho. Sin embargo sabemos que la empatía no es binaria, no somos empáticos o no empáticos. La empatía admite grados y es cambiante.

Trata de recordar las dos últimas veces que alguien ha compartido contigo su sufrimiento por atravesar una situación difícil. Una vez has identificado qué personas fueron y qué era lo que te contaron, pregúntate: ¿cuál fue tu reacción emocional? Seguramente fue distinta.

Aunque la primera explicación que nos demos sea: el vínculo es desigual con ambas personas o el contenido de su relato no era el mismo, en realidad responde al comportamiento de la empatía: no solo cambia de unas personas a otras sino que a veces también cambia dentro de la misma. Me explico. Hay personas que cuando nos cuentan su dolor lo experimentamos en el mismo o similar grado que su portador sin embargo también nos sucede que otras al hablarnos de su malestar nos genera casi indiferencia. ¿por qué?

Resulta que la empatía guarda una relación asimétrica con la intensidad que envuelve las palabras. Es decir, vamos subiendo el voltaje emocional en consonancia con el narrador: si quien nos habla le quita importancia, nosotros también, si va aumentando la carga afectiva, la nuestra le acompaña. Pero llegado a un punto álgido, si la persona se excede, dramatiza o exagera su relato, nuestra empatía comienza a descender comportándose como una campana de gauss.

Ahí radica la clave que nos explica cómo a veces sin darnos cuenta ignoramos o relativizamos un problema ajeno, nos separamos emocionalmente, mientras que con otras que nos confían su historia nos sentimos parte de ella. 

Psicólogos en Cáceres. Terapia online y presencial 

lunes, 11 de mayo de 2020

ABRIMOS DE NUEVO LA CONSULTA

Además de seguir prestando servicios online, a partir de hoy, 11 de mayo, retomaremos la atención presencial en la consulta.

Queremos cerciorarnos de que la vuelta sea segura y por eso ponemos en marcha los 🚧protocolos de bioseguridad🚧 necesarios para poder reanudar la atención presencial en nuestro Centro y que te sientas lo más cómodo/a posible.

Por ello, te encontrarás una serie de novedades:

🚪 Te abriremos desde el telefonillo.

En la mesita de la sala de espera tendrás a tu disposición:

😷 Mascarilla opcional.
🧴 Gel hidroalcohólico.

🛡️ En la consulta disponemos de una pantalla protectora de metacrilato.

🧹🧼 Después de cada sesión se desinfectará el suelo y las superficies con productos especializados.


Centro de Psicología Dra. Aurora Gardeta. Consulta online y presencial. Cáceres. 
Contacto: 685202142


sábado, 9 de mayo de 2020

¿QUIÉN ME HA ROBADO EL MES DE ABRIL?



Hay canciones que rinden tributo a lo que sentimos desde hace ya más de un mes. Del resistiré convertido en el reclamo a la fuerza para levantar los ánimos que acompañan los aplausos vespertinos, pasando por el emotivo volveremos a brindar, y claro que lo haremos porque solo queda un poco más, y cómo no, ¿quién me ha robado el mes de abril? que gritaba el hombre del traje gris cuando por la calle pasa la vida como un huracán. 

Canciones que cuentan historias e historias que no cantan canciones. Todas cuentan y suenan únicas. La valiente B.F que con 22 años, cambió las túnicas por los EPIS, los guantes  de algodón por los de nitrilo, las horas en la calle por las horas de hospital.

La vecina del 5º que se levanta cada mañana para comprar medicamentos a los mayores que viven solos, y que no se olvida de llamar a la madre de alguien para comprobar que se encuentra bien.

Aquellos que ahora parecen anónimos caminando tras una mascarilla incómoda a pesar de que nadie les obligue porque quieren mantenernos a salvo.

Empeños que persisten como los de C.C. haciendo magia con los números para que a sus empleados no les falte la nómina a final de mes.

Enfermeras entregadas como G.P., que no dudó en hacer las maletas para irse lejos de los suyos a trabajar donde más la necesitaban y que se emociona viendo cómo sus pacientes buscan en un libro la compañía para los momentos difíciles.

Hijas que vieron a su padre enfermar contando las horas pasar en su lenta monotonía sin dejar que el miedo ganase la batalla.

A tantos que como A.G. cerraron tras de sí la puerta de una casa vacía por la mudanza para empezar de cero, sabiendo que un final no es más que el anuncio de un nuevo comienzo. 

A todos y cada uno de los que honran con su esfuerzo la altura del ser humano… otro abril llegará.

Centro de Psicología Dra. Aurora Gardeta. 

sábado, 2 de mayo de 2020

ADAPTAMOS LA CONSULTA PARA TU SEGURIDAD

Queremos cerciorarnos de que la vuelta sea segura y por eso estamos diseñando los protocolos de bioseguridad necesarios para poder reanudar la atención presencial en nuestro Centro y que te sientas lo más cómodo/a posible.

Te podemos adelantar que:
- Te abriremos desde el telefonillo para no cruzarnos.
- En la mesita de la sala de espera tendrás a tu disposición:
Mascarilla opcional.
Gel hidroalcohólico.
- En la consulta disponemos de una pantalla protectora de metacrilato.

Además, después de cada sesión se desinfectará el suelo y las superficies con productos especializados.

De momento seguimos trabajando desde casa pero en breve te daremos también la opción presencial para seguir acompañándote en el camino.


Centro de psicología Dra. Aurora Gardeta. Psicólogos en Cáceres. Atención online y presencial 

sábado, 18 de abril de 2020

¿SABÍAS QUE CUANDO TE DICEN TRANQUILO LA ANGUSTIA SE DISPARA?



La primera reacción que solemos tener frente a un momento de angustia para tratar de calmarnos, tanto si la estamos sufriendo nosotros como si le sucede a otra persona es decir/nos: tranquilo.

Pues bien, lejos de lo que podría parecer, tratar de serenarnos en vez de acercarnos a nuestro objetivo, nos distancia de él. Así cuando decimos ese tranquilo lo que en realidad conseguimos es ponernos más nerviosos.

Pensemos en otro ejemplo para verlo más claro. Seguro que alguna vez has estado en una situación en la que reírte sería inapropiado. Y sin embargo te entran ganas de reír. Cuanto más te dices a ti mismo: no te rías, ¿qué sucede? Que las risa se dispara.

Y la razón es sencilla aunque pueda parecer enrevesada. Es lo que en psicología llamamos: intención paradójica, esto es, generamos el efecto contrario del que tratamos de provocar. De manera que si queremos dormir y nos decimos, venga duérmete, seguramente nos espabilamos, o si pretendemos no ponernos rojos, automáticamente nos suben los colores, y si lo que buscamos es tranquilizarnos, nos inquietamos más.

La fórmula correcta para gestionar ese momento de ansiedad sería decirnos: no pasa nada por estar nervioso. Aunque me resulte incómodo, ya pasará. Y es efectivamente lo que sucede. Las reacciones emocionales funcionan como una campana de gauss: suben de intensidad, llegan a un punto álgido donde se mantienen y (aquí está la clave) HAGAMOS O NO HAGAMOS NADA, ellas solas desaparecen.

De manera que lo único que tenemos que hacer no hacer nada, esto es, permitirnos que estén para que se vayan, sin tratar de luchar contra ellas porque sino todo lo que conseguiremos es intensificarlas más.

Tratamiento de la ansiedad. Psicólogos en Cáceres. Terapia online. Dra Aurora Gardeta.

viernes, 17 de abril de 2020

ADVERTENCIA: CUIDADO CON LOS FALSOS PSICÓLOGOS


Desde que la cuarentena empezó se han disparado los anuncios de pseudoterapeutas (falsos psicólogos) que ofrecen ayuda para las personas que están atravesando situaciones difíciles. CUIDADO CON ELLOS. Muchos se presentan como terapeutas, orientadores, coaching, etc., pero no son profesionales acreditados.
Caer en manos de un falso profesional puede agravar conflictos actuales e incluso crear otros nuevos que no existían. No todas las técnicas son útiles ni todos los consejos pueden ayudarte. Solo un verdadero profesional tiene la capacidad para filtrarlos y utilizarlos en el momento adecuado.
Y para que lo puedas detectar te contamos los 3 criterios fundamentales que debes tener en cuenta:
1)     Que tenga el grado (antigua licenciatura) en psicología.
2)     Que esté habilitado como psicólogo clínico o psicólogo generalista sanitario. Actualmente no es suficiente tener el título de psicólogo para tratar pacientes y esta acreditación certifica que cuenta con los conocimientos prácticos necesarios.
3)     Que tenga número de colegiado (compuesto por las letras que corresponden a la comunidad autónoma y unos dígitos numéricos).
Habitualmente estos datos los puedes ver en la página web del profesional, su blog, tarjeta de visita o sus perfiles en redes sociales corporativas.





Centro de Psicología Dra. Aurora Gardeta. Equipo de Psicólogos acreditados en Cáceres.  Terapia online. 

sábado, 11 de abril de 2020

Y CUANDO ESTO ACABE, ¿HABREMOS CAMBIADO?



 Huelga decir que nuestros sistemas de referencia se están modificado desde la irrupción en nuestras vidas del coronavirus. Hemos cambiado, estamos cambiando como sucede en cada momento de crisis en nuestras vidas. Y por crisis no nos referimos necesariamente a situaciones adversas, aunque esta lo sea, sino a eventos vitales que nos hacen replantearnos nuestra visión de las cosas.

Seguro que todos podemos identificar más de uno: rupturas sentimentales tras las que revisamos nuestra elección de amor, pérdidas de seres queridos que nos instan a reconstruir los espacios vacíos. Cambios de ciudad, de trabajo, de ideales, que nos dirigen a explorar senderos desconocidos. Etapas que transitamos de manera obligatoria donde vemos transformarse nuestra imagen, gustos y exigencias cuando pasamos de ser niños y entramos en la adolescencia, cuando sobrevivimos a ella y nos convertimos en adultos.

Y ahora llega el momento de ser una vez más adaptables: dejarnos arrastrar por la debilidad no es una opción pero tampoco lo es la fortaleza. El tronco robusto cuando recibe un golpe se parte, pero el junco flexible resiste y esa es la base de la resiliencia.

Maslow decía que la conducta humana se explica por una jerarquía de necesidades  organizadas en una pirámide: en la base encontramos lo esencial: 1) la parte fisiológica. Que respiremos, que tengamos comida para alimentarnos. Una vez cubierta nuestro siguiente nivel pasa a ser 2) la seguridad: que estemos a salvo, que tengamos salud, un trabajo, una propiedad. Cuando este nivel está garantizado pasa a importarnos 3) la afiliación: la amistad, el afecto, la intimidad sexual. Después viene el 4) reconocimiento: el éxito, la confianza, el respeto y nuestra autoimagen. Y por último en la cúspide de la pirámide encontramos 5) la autorrealización, el nivel más alto.

En esta situación de alcance mundial sin precedente, el camino que cada uno recorre, la experiencia que tendrá durante y después está directamente ligada a su estrato en la pirámide. Basta observar cuáles son los temas en las conversaciones de grupo: el que habla de política es que no está enfermo, el que tiene en riesgo su negocio, no piensa en salir a pasear, al que le preocupan los kilos que ha cogido, tiene suerte: sus estratos inferiores están a salvo.

Lo habitual es que los movimientos dentro de la pirámide los hagamos de manera vertical: con la evolución vamos conquistando estratos, y una vez conseguidos, es raro descender y los que quedan por debajo, con frecuencia caen en el olvido. Con el éxito profesional, amigos, dinero, ¿quién repara en la importancia de poder salir? ¿Quién se fija en el valor de tener la nevera llena? Ahora experimentamos una involución descendente y las preocupaciones que antes nos rondaban se valoran como superfluas. La pregunta es ¿qué quedará de estas reflexiones cuando todo acabe? ¿mantendremos lo aprendido?

La mejor manera de predecir el futuro es mirando el pasado y quizás la respuesta de cómo  lo vamos a gestionar ahora está en cómo lo hicimos en otros momentos.

El camino de la línea recta ascendente e ilimitada:

Los hay que cuando escalan en la pirámide y llegan al estrato superior, siguen mirando hacia arriba generando un sinfín de niveles por encima: del calzado de temporada a un zapato para cada ocasión. Del grupo de confianza a los seguidores de Instagram. Este móvil se ha desfasado: vamos a por la nueva versión. Una dieta no es suficiente: ahora paso por quirófano para la imagen de revista. Y siempre hay algo más y mejor y sino, nos lo inventamos. Con probabilidad, estas personas no sufrirán un efecto transformador de la experiencia porque cuando vuelvan a recuperar un escalón, dejarán de atender los anteriores.

El otro movimiento: llegado al último escalón, la mirada se re/invierte:

Lo tengo todo y aunque podría conseguir más, me paro a contemplar lo que dejé atrás. Lo miro con deseo y orgullo. Esta es mi imagen, este es mi lugar en la sociedad, ahí están mis seres queridos. Voy a cuidar lo que quedó por debajo convirtiendo los escalones inferiores en el nuevo nivel, que en la nueva posición se aprecian con otra perspectiva. Así pasamos de la línea ascendente al círculo que se retroalimenta.

A veces la clave no está en viajar a sitios nuevos cada vez sino volver a los mismos con diferente mirada.

¿Qué camino escoges?

 

Psicólogos en Cáceres. Terapia online.