lunes, 10 de septiembre de 2018

TU CASA ES UN REFLEJO DE TU ELLO, YO Y SUPERYO




Cuando Freud elaboró su teoría de la personalidad detectó que funcionamos a través de 3 instancias psíquicas que coexisten en todos nosotros: el ello, nuestro niño interno, aquel que  tiene en cuenta los deseos, lo que nos apetece hacer en cada momento, lo que llamó principio del placer. El yo, nuestra parte más racional que llamó principio de realidad: lo que necesitamos para funcionar desde el punto de vista más lógico y el superyó, la parte encargada de las normas que tenemos que seguir para actuar de forma correcta, guardar las apariencias y parecer socialmente aceptables, que llamó principio del deber.
Pues bien, si nos fijamos en la división de las diferentes estancias de una casa podemos observar una correspondencia con ellas e incluso establecer un paralelismo entre nuestra casa externa (hogar) y nuestra casa interna (mente).
Así pues, tenemos el salón: el lugar del discurso, reflexión, la parte que compartimos, lo que dejamos ver, en definitiva, el representante de nuestro superyó, que suele ser la zona en la que “permitimos” que los demás entren, nuestra carta de presentación a la sociedad.
El baño y el dormitorio representan nuestro ello: los lugares de mayor privacidad, donde no dejamos que entre cualquiera, donde se refleja nuestro lado más íntimo, donde nos desnudamos en sentido literal y metafórico.
Desde luego no es lo primero que encontramos al entrar en una casa (ni al conocer a una persona) y son las únicas instancias que aparecen duplicadas distinguiendo el de las visitas (cuarto de invitados) y el reservado a su dueño de forma privada.
Y por último, la cocina en representación del yo, esto es, nuestro principio de realidad que sería la parte sensata encargada de la supervivencia al nivel más básico (el alimento), responsable del placer consentido.
Observen pequeños detalles y quizá encuentren el sentido de la explicación. Por ejemplo, cuando entran en una casa y las diferentes instancias son accesibles pero el dormitorio principal tiene la puerta cerrada, como si pusiera una advertencia de PROHIBIDO PASAR, ZONA RESTRINGIDA. Podría intuirse que solo nos dejan acceder a una parte de su mundo interno, la que tienen suficientemente maquillada para su exposición y el resto quedara oculta.
Pudiera ser el caso de los que mantienen ordenado todo lo visible desde una mirada superficial (atención a la simbología) pero lo profundo (lo que está al otro lado de la puerta o dentro del cajón) fuera un caos. 
O por el contrario, aquellos que permiten que cualquiera entre en su casa (de nuevo atendiendo a la simbología subyacente) de forma desprendida, libre, con independencia de lo que puedan encontrarse, sin tratar de esconder nada sino permitiendo que los demás vean y valoren por ellos mismos.
Psicólogos Cáceres. Aurora Gardeta. Terapia online y presencial.

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