viernes, 31 de enero de 2020

EL CUENTO DE LAS FLORES



Ella todas las mañanas salía a correr desnuda por el bosque
y cogía flores, muchas flores. 
Luego volvía a casa y se vestía con su vestido blanco y su gran sombrero que llenaba de flores. 
En una mano tomaba sus libros y en la otra el resto de flores que repartiría entre sus compañeros. 
De camino a clase pensaba: 
¡qué afortunada soy y qué afortunados mis compañeros cuando les regale las flores que tengo para ellos! 
Llegaba a clase y repartía una flor a cada uno de ellos.
Luego se sentaba en su pupitre y se quedaba embelesada mirando ese único árbol del patio, 
que para ella era todo el bosque, 
ajena a sus compañeros,
que cuando se daba la vuelta todos tiraban. 
Unos a la papelera, otros las pisoteaban...
Cada mañana hacía lo mismo:
Corría desnuda por el bosque, cogía flores, se ponía su vestido blanco y su sombrero que llenaba de flores, tomaba sus libros y las flores que repartiría entre sus compañeros.
De camino a clase pensaba en lo feliz que era y en lo feliz que haría a sus compañeros con las flores. Llegaba y repartía una a cada uno y luego se sentaba a mirar ese árbol 
que para ella era todo el bosque. 
Hasta que una mañana todos la rodearon y empezaron a gritarle: 
¡no nos gustan tus flores, no queremos tus flores, déjanos en paz, cursi, extravagante, eso no es propio de una muchacha de nuestro tiempo. 
Ella ya no sale a correr desnuda por el bosque, ya no recoge flores, 
ya no se viste con su traje blanco ni su gran sombrero con flores, 
ya no reparte flores entre sus compañeros, 
pero sigue quedándose embobada mirando ese único árbol 
que para ella sigue siendo todo el bosque.

KAFKA
Cuentos para la reflexión. 


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