sábado, 11 de abril de 2020

Y CUANDO ESTO ACABE, ¿HABREMOS CAMBIADO?



 Huelga decir que nuestros sistemas de referencia se están modificado desde la irrupción en nuestras vidas del coronavirus. Hemos cambiado, estamos cambiando como sucede en cada momento de crisis en nuestras vidas. Y por crisis no nos referimos necesariamente a situaciones adversas, aunque esta lo sea, sino a eventos vitales que nos hacen replantearnos nuestra visión de las cosas.

Seguro que todos podemos identificar más de uno: rupturas sentimentales tras las que revisamos nuestra elección de amor, pérdidas de seres queridos que nos instan a reconstruir los espacios vacíos. Cambios de ciudad, de trabajo, de ideales, que nos dirigen a explorar senderos desconocidos. Etapas que transitamos de manera obligatoria donde vemos transformarse nuestra imagen, gustos y exigencias cuando pasamos de ser niños y entramos en la adolescencia, cuando sobrevivimos a ella y nos convertimos en adultos.

Y ahora llega el momento de ser una vez más adaptables: dejarnos arrastrar por la debilidad no es una opción pero tampoco lo es la fortaleza. El tronco robusto cuando recibe un golpe se parte, pero el junco flexible resiste y esa es la base de la resiliencia.

Maslow decía que la conducta humana se explica por una jerarquía de necesidades  organizadas en una pirámide: en la base encontramos lo esencial: 1) la parte fisiológica. Que respiremos, que tengamos comida para alimentarnos. Una vez cubierta nuestro siguiente nivel pasa a ser 2) la seguridad: que estemos a salvo, que tengamos salud, un trabajo, una propiedad. Cuando este nivel está garantizado pasa a importarnos 3) la afiliación: la amistad, el afecto, la intimidad sexual. Después viene el 4) reconocimiento: el éxito, la confianza, el respeto y nuestra autoimagen. Y por último en la cúspide de la pirámide encontramos 5) la autorrealización, el nivel más alto.

En esta situación de alcance mundial sin precedente, el camino que cada uno recorre, la experiencia que tendrá durante y después está directamente ligada a su estrato en la pirámide. Basta observar cuáles son los temas en las conversaciones de grupo: el que habla de política es que no está enfermo, el que tiene en riesgo su negocio, no piensa en salir a pasear, al que le preocupan los kilos que ha cogido, tiene suerte: sus estratos inferiores están a salvo.

Lo habitual es que los movimientos dentro de la pirámide los hagamos de manera vertical: con la evolución vamos conquistando estratos, y una vez conseguidos, es raro descender y los que quedan por debajo, con frecuencia caen en el olvido. Con el éxito profesional, amigos, dinero, ¿quién repara en la importancia de poder salir? ¿Quién se fija en el valor de tener la nevera llena? Ahora experimentamos una involución descendente y las preocupaciones que antes nos rondaban se valoran como superfluas. La pregunta es ¿qué quedará de estas reflexiones cuando todo acabe? ¿mantendremos lo aprendido?

La mejor manera de predecir el futuro es mirando el pasado y quizás la respuesta de cómo  lo vamos a gestionar ahora está en cómo lo hicimos en otros momentos.

El camino de la línea recta ascendente e ilimitada:

Los hay que cuando escalan en la pirámide y llegan al estrato superior, siguen mirando hacia arriba generando un sinfín de niveles por encima: del calzado de temporada a un zapato para cada ocasión. Del grupo de confianza a los seguidores de Instagram. Este móvil se ha desfasado: vamos a por la nueva versión. Una dieta no es suficiente: ahora paso por quirófano para la imagen de revista. Y siempre hay algo más y mejor y sino, nos lo inventamos. Con probabilidad, estas personas no sufrirán un efecto transformador de la experiencia porque cuando vuelvan a recuperar un escalón, dejarán de atender los anteriores.

El otro movimiento: llegado al último escalón, la mirada se re/invierte:

Lo tengo todo y aunque podría conseguir más, me paro a contemplar lo que dejé atrás. Lo miro con deseo y orgullo. Esta es mi imagen, este es mi lugar en la sociedad, ahí están mis seres queridos. Voy a cuidar lo que quedó por debajo convirtiendo los escalones inferiores en el nuevo nivel, que en la nueva posición se aprecian con otra perspectiva. Así pasamos de la línea ascendente al círculo que se retroalimenta.

A veces la clave no está en viajar a sitios nuevos cada vez sino volver a los mismos con diferente mirada.

¿Qué camino escoges?

 

Psicólogos en Cáceres. Terapia online. 

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